La muerte mística con psicodélicos podría ayudar a tratar problemas mentales
Publicado
Octubre 23, 2017
Categorías
Salud
El estado alterado de la conciencia al consumir sustancias psicodélicas puede provocar una ausencia temporal del ego, o "muerte mística". Una investigación de la Universidad de Adelaida sugiere ahora que experimentar una muerte mística con psicodélicos puede ayudar a los pacientes de enfermedades de salud mental a recuperarse de sus síntomas.
Sustancias psicodélicas como el LSD y las setas alucinógenas son conocidas por alterar la conciencia, el conocimiento, el sentido de la percepción, la sensación del tiempo y del espacio y, por supuesto, las emociones personales. Pero de todos sus efectos, quizás ninguno sea tan provocador como la "muerte" profunda del propio ego. Una investigación reciente sugiere que la disolución del ego provocada por los psicodélicos podría ayudar a tratar determinadas enfermedades de salud mental.
La noción de que las sustancias psicodélicas pueden ser realmente transformadoras no es nueva. Hace poco, dos investigadores australianos comenzaron a estudiar los efectos de los psicodélicos y su impacto posterior en el sentido de identidad de uno mismo.
Los investigadores, el profesor Philip Gerrans y el doctor Chris Letheby, de la Universidad de Adelaida, argumentan que existen pruebas de que esas experiencias psicodélicas transformadoras pueden ayudar a aliviar enfermedades mentales tales como la depresión y la ansiedad. Los académicos admiten que, si bien conocemos la neuroquímica acerca de cómo interactúan las drogas con el cerebro, todavía no comprendemos del todo la relación más compleja sobre cómo afecta esto al cerebro, a nuestro sentido de conciencia de nosotros mismos y nuestra percepción del mundo
El artículo de los científicos, publicado en Neuroscience of Consciousness, explica cómo quienes emplean psicodélicos a menudo afirman experimentar un sentido de identidad diluido o disminuido.
El profesor Gerrans sostiene que la experiencia de la muerte mística provoca una sensación de conocimiento ampliado en el que la mente está más directamente en contacto con el mundo. Argumenta que una experiencia como esa puede servir para reestructurar el sentido de identidad de uno mismo, lo que a cambio podría modificar su perspectiva y su visión del mundo. "El profundo sentido de conexión experimentado podría ser potencialmente beneficioso para personas que padecen enfermedades como la adicción, la depresión o la ansiedad", afirma.
LOS PSICODÉLICOS PUEDEN HACER QUE QUIENES PADECEN ENFERMEDADES MENTALES VEAN LAS COSAS DE MANERA DISTINTA
Letheby señala que una de las mayores dificultades a la hora de tratar los trastornos psiquiátricos, es el hecho de que a menudo los pacientes son incapaces de ver las cosas desde otra perspectiva. Sin embargo, mediante el empleo de sustancias psicodélicas, las personas se enfrentan a nuevas formas de verse a sí mismos y a otros, y que no podrían descubrir de otra manera.
Letheby sostiene que los psicodélicos pueden ayudar a "iluminar a la gente acerca de los procesos que hay detrás de su subjetividad". Según él, la disolución del ego puede ayudar al paciente a darse cuenta no solo de que las cosas pueden ser distintas, sino de que existe una oportunidad para implementar cambios.
Estas consecuencias son prometedoras si tenemos en cuenta que sustancias como la psilocibina no son físicamente adictivas, y que pueden ayudar a que los pacientes abran los ojos a nuevas formas de entender la vida.
No obstante, los investigadores advierten del consumo recreativo y no supervisado de sustancias psicodélicas. El profesor Gerrans señala que en los años 50 se estudiaron los psicodélicos, y que las investigaciones preliminares sugerían su posible uso para el tratamiento del alcoholismo y de otros trastornos psicológicos. Gerrans reclama que vuelva a haber estudios como esos, pero con un mayor énfasis en investigar bajo circunstancias controladas. Estudios modernos de este tipo podrían ayudar a determinar los beneficios potenciales del empleo de psicodélicos para tratar enfermedades de salud mental, pero sin acarrear el estigma con el que se solía relacionar a las sustancias alucinógenas.